Escrito por Adolfo Barja Martinez hace mas de 10 años atras: Publicado en el Diario Primicia y en Scribd; https://es.scribd.com/document/335811443/Historia-de-Una-Villa-Que-Hoy-Es-Gran-Ciudad-La-Oroya
Por Ley N° 5216 de 15 de octubre de 1925, se señaló la capital provincial a la villa de La Oroya; La Ley N° 9606 del 18 de setiembre de 1942 elevó esta villa a la categoría de ciudad.

Pocas personas se han interesado en escribir la historia de La Oroya y las que hicieron algunas anotaciones, en partes coinciden y en otras no, pero queremos narrar los apuntes de la «Revista Pedagógica Yauli La Oroya» editada en 1971, hace 44 años atrás por el profesor Agustín Álvarez Quintana y complementamos la historia, producto de una investigación de los hechos más relevantes en nuestra historia hasta la fecha.
La Oroya en la época Incaica
Su origen carece de abolengo incaico aún cuando en alguna de sus cimas, se han hallado antiguas ruinas. Las tierras de su jurisdicción, se dedicaron al pastoreo y a cultivos agrícolas por los aborígenes, presumiéndose que constituyó zona de influencia de los indios tarumas o taro-humas, originarios de la actual localidad de Tarma y con posterioridad de las aguerridas huancas, los que pasaron a integrar el Imperio Incaico, con el conquistador Pachacutec. Producida la conquista española, fue paso obligado de los nativos dedicados al arrieraje con sus piaras de llamas. Posiblemente dada su ubicación constituyó un lugar de «Pascana» o de efímero descanso en el largo recorrido de los viajeros, entre Lima, la ciudad Virreinal, Atun Sausa, fundadas por Francisco Pizarro, y otras ciudades lejanas como Pasco, Huánuco, Ayacucho y Cuzco.

La Oroya en la Emancipación
Se puede afirmar que desde la colonia y aún antes, en el punto en que el cañón se angosta y el rio Mantaro discurre profundamente, ósea en la dirección del actual edificio del Club Peruano (se refería a ex campamentos Club Peruano), existió un «Huaro» llamado también «Oroya» para cruzar el rio y poner en comunicación la pequeña estancia que surgió en la margen izquierda con las tierras del fundo Chacapata en la margen derecha. Posteriormente el «Huaro» fue reemplazado en el mismo sitio por un puente colgante, cuyas bases ruinosas aún pueden observarse en la actualidad. (Refiriéndose como si fuese el año 1971).

Siendo La Oroya una encrucijada estratégica, desde los albores de la lucha emancipadora fue punto de partida o término de correrías de las huestes «Montoneras» o «Guerrilleras» que tan eficazmente coadyuvaron a las fuerzas regulares patriotas hostilizando incesantemente al ejército español en toda la cuenca bañada por el Mantaro.
Dignas de recordar son las correrías de las guerrillas indígenas o partidas volantes de Chacapalpa, organizadas y comandadas por el famoso cura Jaujino Bruno Terreros, terror de los realistas que según su propia expresión “caminó leguas enteras sin más alimento que su patriotismo y sin mas abrigo que la lobreguez de la noche” y por cuyas hazañas el libertador Bolívar le confirió el grado militar de Coronel, y de quien el tradicionista Ricardo Palma refiere el refrán: «¿Fraile y Coronel? líbreme Dios de él».
La Oroya en la República
En la mitad del siglo XIX se había configurado dos pequeñas aldeas con reducido número de chozas, la llamada La Oroya en la margen izquierda, relativamente de mayor importancia que el llamado Chacapata con otras propiedades, en la margen derecha, que con el transcurso del tiempo dieron lugar a los actuales barrios de La Oroya antigua y La Oroya nueva.
El sabio Antonio Raymondi, en su obra: “El Perú” consigna referencias de sus exploraciones entre los años; 1851,1858 y 1866 y de su paso por La Oroya cuando dice: «Atrévete por primera vez la gran cordillera, que sirve de línea divisoria de las aguas que bajan al Pacifico de las que se dirigen al Atlántico y baje enseguida al triste pueblo de La Oroya, cuyo nombre se ha hecho célebre hoy, por estar más ligado a la más grande obra del Perú, el ferrocarril trasandino». Comentando otro de sus viajes, refiere: «Atrévase sobre un puente de cadenas el rio que más abajo baña el valle de Jauja y subiendo por la vertiente oriental de la cordillera llegue a la hacienda mineral de Morococha”. El explorador Middendorf, con relación a la aldea de La Oroya por el año 1895 expresa: “Que su nombre es muy antiguo, debido al puente que existe y que se llama Oroya”.

Se produce la infausta guerra con Chile, las derrotas se suceden y el enemigo ocupa Lima. Y cuando la catástrofe parecía total surge en las breñas de la sierra del Perú la heroica e inmortal figura de Andrés Avelino Cáceres, quien en el periodo de 1881 a 1883 levantó a las indiadas, organizó guerrillas, creó un ejército y tuvo prácticamente sitiado al enemigo llegando a desmoralizarlo, hasta el punto de obligarlo a buscar la manera de salir sin deshonra del país para no ser estrangulado por él. Y toda esta formidable obra del Brujo de Los Andes, relatada tan brillantemente por el notable historiador Luis Alayza y Paz Soldán, en su obra: «La Breña», se debió a que la sierra se defiende por su configuración, y por ello todos los grandes guerreros del Perú han practicado en ella lo que Alayza denominaba «el quebradismo», tanto para el ataque como para la fuga y la defensa concepto que con galana pluma define el citado historiador así: «Los pedernales de Los Andes conviértanse en ciclópeos proyectiles, galgas y la quebrada entera, sacudiendo sus melenas dispara desolación, pánico y muerte sobre el enemigo que se atreve a raptar por sus difíciles andurriales, y lo sepulta bajo sus pétreas carnes en el furor de sus cúspides iracundas, como cósmicas divinidades». Todo esto consideró Cáceres, cuando decidió plantar sus reales en las quebradas.
Y, en la Campaña de la Breña, la quebrada de La Oroya sirvió de paso obligado a las fuerzas guerrilleras que se movilizaron con rapidez sorprendente, acosando incesantemente a las fuerzas de las sucesivas expediciones Chilenas al mando de Letelier y del Canto, obligándolos a evacuar la sierra con dirección a Lima. Idéntico papel estratégico correspondió a La Oroya en las turbulentas revoluciones y guerras civiles que convulsionaron al país, durante prolongado tiempo.
Evolución de La Oroya
Varios factores contribuyeron a promover el desarrollo urbano de la modesta aldea de La Oroya hacia fines del siglo XIX. Los trabajados del Ferrocarril Central, que fueron interrumpidos por la guerra con Chile, en el pueblo de Cicla, se reanudaron en 1890, llegando la vía férrea al terminal de La Oroya en enero de 1890, de 1900 a 1904 se construyó el ferrocarril a Cerro de Pasco y de 1905 a 1908 se dio término al Ferrocarril a Huancayo.

Coincidentemente en 1892 se inicia el proceso el proceso industrial con la formación de la Compañía Mercantil de La Oroya, que adquirió considerables extensiones de terrenos urbanos, con el objeto de construir hoteles y otros edificios, explorar agencias mercantiles y almacenes de depósitos, compañía que en el año 1909 adoptó la denominación de Compañía Mercantil del Perú, la misma que en 1933 adjudicó todos sus capitales a la Cerro de Pasco Cooper Corporation. Constituyendo La Oroya un centro geográfico de la zona minera y de las vías férreas, la Cerro de Pasco Cooper Corporation decidió el establecimiento de la fundición de minerales, que es una de las más completas que existe en el mundo e inicio su funcionamiento en 1922, desde cuya fecha sus instalaciones han sido sucesivamente ampliadas.
Desde ese entonces, la vida y economía de la población de La Oroya gira en torno a esta gran fundición; específicamente a las actividades de extracción, fabricación y reutilización de metales, siendo los principales; plomo, zinc, cobre, plata y oro.

En 1974, bajo el gobierno del General Velasco Alvarado el Complejo Metalúrgico de La Oroya pasó a manos de CENTROMIN Perú, resultado de una expropiación por parte del Estado. El 01 de enero de 1974 la población y los trabajadores hicieron una histórica manifestación en el local del Sindicato de Trabajadores Metalúrgicos Oroya (STMO). El General EP Jorge Fernández Maldonado, pronunciaba un vibrante discurso tras la nacionalización de la ex poderosa empresa transnacional Cerro de Pasco Corporation y al día siguiente en la fachada principal de la Municipalidad de Huancayo amaneció una banderola gigante con la inscripción: «Fin a los 71 años de explotación imperialista, La Cerro del Perú».

El 14 de setiembre de 1990, estando como Alcalde el profesor Teodoro Cárdenas Casachagua de la Municipalidad Provincial de Yauli La Oroya emitió una Ordenanza Municipal N° 08-90-MPYO, declarando que cada 18 de setiembre de cada año será feriado no laborable y día festivo en la que deberían de embanderar la ciudad por la celebración del aniversario de La Oroya de acuerdo a la Ley N° 9606 promulgada por el presidente de la República Manuel Prado Ugarteche en 1942, donde se eleva a la categoría de ciudad la villa de La Oroya.

Y, en 1992 cuando la ciudad cumplió 50 años, en sus bodas de oro se desarrolló el concurso de la elección del Himno y el Escudo a la ciudad de La Oroya, resaltando los colores anaranjado, blanco y dorado, desde entonces en todos los actos protocolares se entona el himno y flamea la bandera de nuestra localidad.


Entre los años 1995 y 1996 se inició la demolición de los campamentos propiedad de la Empresa Centromin Perú, dentro de nuestra ciudad que albergó por muchos años a las familias de los trabajadores de dicha empresa con el uso gratis de energía eléctrica, agua y sin pago alguno de arriendo por la vivienda, muchos de las familias lloraban, mientras que los pobladores se entristecían por el inicio del despoblamiento de La ciudad Capital metalúrgica de La Oroya, entre los campamentos derruidos se encuentran; El conocido Club Peruano, Detrás del Mercado Central- donde hoy se encuentra la Municipalidad Provincial, Av. Horacio Zevallos Gámez – lo que ahora es el Parque Los héroes y al frente el museo de Doe Run Perú, Ralway – actualmente es área verde, aquí también desalojaron para derruirlo lo que se denominaba La Estación, otros de los campamentos fueron derruidos; Los Plomos 1er y 2do piso – actualmente es área verde, de igual forma hicieron con Alto Perú – hoy es el Terminal Terrestre interprovincial y concluyeron con Huaymanta frente al Colegio José Carlos Mariátegui.


En octubre de 1997, la empresa norteamericana Doe Run Perú Company, producto de una subasta pública, asume la titularidad del Complejo Metalúrgico de La Oroya y se constituye Doe Run Perú (DRP), propiedad del Renco Group, quien es dueña además de la mina Cobriza en Huancavelica desde setiembre de 1998.
Posterior a este evento empieza la vía crucis para los trabajadores del Complejo Metalúrgico de la empresa y decae el comercio local afectando a la región Junín. De más de 10 mil trabajadores en los años 80 y 90 como Centromin Perú, gradualmente la fueron despidiendo con cese colectivo, ahora solo se encuentran con un aproximado de mil 400 que viven de la esperanza que se solucione el problema para el funcionamiento del Complejo Metalúrgico que se encuentra paralizada un poco más de 6 años.




Toponimia de La Oroya
El nombre de La Oroya tiene dos explicaciones:
1.- Un grupo de españoles que buscaban metales preciosos por estas zonas, al llegar a cierto lugar encontraron vetas de oro y plata, uno de ellos que estaba trepado en una roca descubrió vestigios del precioso metal; los que se encontraban abajo le preguntaban impacientes; ¿oro? ¿oro? Y, el otro respondió a gritos ¡oro….ya! se cree que de estas expresiones se haya derivado el nombre de La Oroya.
2.- Se cree que tenga su origen en un puente colgante sobre el rio Mantaro, hecho de sogas de llama y fibras de cabuya y que los nativos llamaban oroyos. Este puente estaba situado en lo que hoy es La Oroya nueva en el ex Club Peruano.
