Hiroshima recuerda los horrores de la bomba atómica en el 80 aniversario

Representantes de 120 países atendieron esta mañana los actos en el Parque Memorial de la Paz de Hiroshima

Hiroshima volvió a alertar al mundo de las armas nucleares en el 80 aniversario de la que la arrasó. Los discursos bienintencionados, las poses graves frente al cenotafio, los escolares, las grullas en papel coloreado u ‘orizuru’las palomas de la paz, los representantes de cientos de países… la ceremonia anual es ya un género en sí mismo del que se sale con el espíritu fortalecido aunque el mundo siga igual o peor.

A las 8.15 de la soleada mañana de 1945 estallaba Little Boy unos 600 metros por encima del puente Aioi, elegido por su forma de T fácilmente visible desde el cielo. La bomba había sido lanzada desde un Boeing B-29 modificado para acomodar sus 4.400 kilos y en cuyo morro el piloto había escrito en mayúsculas el nombre de su madre: Enola Gay. Describió después el gran hongo que se alzó más de tres kilómetros desde el suelo. Los ‘hibakusha’ o supervivientes recuerdan un fogonazo que antecedió a una nube grisácea y densa, cuerpos calcinados, caos… «Vi a mis amigos quemados. Me toqué la frente para comprobar si yo estaba igual y vi que de mis dedos colgaba algo. Era mi piel. Tenía los brazos en carne viva. Estaba desnuda y quemada. Se me veían los huesos de las rodillas», contaba Nagao Natsumi a este corresponsal años atrás. En Hiroshima murieron en un instante 69.000 personas. Cuatro días después murieron 25.000 más en Nagasaki. Otras 200.000 murieron de cánceres o complicaciones relacionadas durante los siguientes cinco años.

Representantes de 120 países, algunos tan atareados en amontonar armas nucleares como Estados Unidos o Rusia, atendieron esta mañana los actos en el Parque Memorial de la Paz de Hiroshima. Tras el tradicional minuto de silencio tomó el estrado el alcalde, Kazumi Matsui. «Entre los líderes políticos del mundo existe una creciente certeza de que poseer armas nucleares es inevitable para proteger sus países. Esa situación no sólo anula las lecciones que la comunidad internacional aprendió de la historia trágica sino que socava seriamente lo que hemos construido por la paz», dijo Matsui ante los 55.000 congregados.

Equilibrios de Ishiba

El primer ministro, Shigeru Ishiba, dejó flores frente al cenotafio y docenas de palomas blancas volaron tras el discurso. Poco después del alba habían acudido los supervivientes y familiares para honrar a los víctimas. En los aledaños del parque se juntaron 200 activistas, rodeados por una recia presencia policial, con pancartas de protesta contra las armas nucleares, las guerras y el genocidio en Gaza.

El primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, deposita una corona de flores en el acto de conmemoración por el 80 aniversario del bombardeo atómico de EEUU sobre Hiroshima.
El primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, deposita una corona de flores en el acto de conmemoración por el 80 aniversario del bombardeo atómico de EEUU sobre Hiroshima. / RODRIGO REYES / CONTACTO / EUROPA PRESS

Ishiba resume las contradicciones japonesas y globales. El primer ministro celebró el Nobel de la Paz concedido a Nihon Hidankyo, la organización de supervivientes que persigue un mundo sin bombas nucleares, pero también se ha ausentado de cumbres internacionales en la ONU con el mismo propósito. El alcalde de Hiroshima y las víctimas le rogaron este miércoles que Japón ratifique la prohibición de las armas nucleares e Ishiba, buscando un equilibrio imposible, respondió que trabajaba por erradicarlas pero apoyaba su finalidad disuasoria. En una posterior rueda de prensa siguió con el ovillo: Japón es fiel al principio antinuclear pero confía en las bombas estadounidenses contra los vecinos que también las tienen.